Vivimos momentos dramáticos en el mundo entero. Estamos en una situación de crisis humanitaria y económica de tal dimensión, que es como estar en una guerra mundial. Y como ha sucedido en el pasado, toda gran guerra -aún con el inmenso sufrimiento que acarrea- ha parido los albores de un nuevo mundo. La primera guerra mundial creo las condiciones para la revolución rusa, la segunda guerra mundial antecedió por poco a la revolución china. Cierto también que las grandes potencias buscaron impedir y la extensión de esas revoluciones tolerando incluso que sobrevivan regímenes fascistas, pero nunca el mundo volvió a ser igual.  

De esta nueva guerra, más global aún que todas las anteriores, puede nacer un nuevo orden. El actual orden mundial, que trataron de configurar las potencias económicas bajo la hegemonía de los EE.UU., está estallando a ojos de todos. La economía arrastra una crisis crónica desde 2008 y ya estaba a punto de entrar en franca recesión agravada por la pugna comercial entre las dos grandes potencias.

Lo que viene ahora es muy sombrío puesto que el costo de detener la pandemia dejará la economía mundial en una crisis superior a la de los años 30 con una recesión difícil de imaginar.

El desenlace de esta crisis, que será seguida por una brutal recesión, tiene dos variables. El gran capital sale afirmando su hegemonía, con regímenes más autoritarios para imponer niveles de sufrimiento mayores a la clase trabajadora o emerge un nuevo orden superador que ponga la vida y la defensa del planeta por delante. Esa es la disyuntiva ante la que nos enfrentamos. En reciente editorial el Whashington Post, uno de los diarios más influyentes en EEUU, sentenciaba: “O muere el capitalismo salvaje o muere la civilización”. En esos términos se discute hoy ante la crisis del coronavirus.

Es el sistema el que está en cuestión, no solo el modelo neoliberal que la rebeliones de octubre – noviembre pusieron en jaque. El sistema donde el 1% impone sus intereses al 99% no va más, ha quedado descreditado por una montaña de cientos de miles de muertos. Cabe preguntarse sin embargo si habrá una variante intermedia, una suerte capitalismo humano sustentado en partidos de la democracia liberal, de esos que proponen más presupuesto para salud y un rol más comprometido del estado.

En otras palabras ¿puede haber un nuevo keinesianismo en el horizonte que actúe como mediación hacia salidas más estructurales? La respuesta hay que buscarla en la naturaleza del capitalismo. La disyuntiva de Marx quizá se vuelva más actual que nunca. Socialismo o barbarie.

Escribe: Tito Prado 26/04/2020

Dirigente Nacional del Nuevo Perú