Chavarry ya fue; cierto que falta mucho todavía para limpiar el Ministerio Público pero todo fue gracias a la movilización popular y la indignación ciudadana. Esta victoria, que se suma a la del referéndum, ha arrinconado a la mafia. De hecho hay una nueva relación de fuerzas pero nada caerá del cielo. Cada nueva demanda democrática, económica o social habrá que pelearla duramente pues Vizcarra –no nos engañemos- sigue siendo representante de un modelo económico que sólo sirve a la CONFIEP y las transnacionales.

La reforma política puesta sobre la mesa por el Ejecutivo abre una nueva oportunidad de cambios en el sistema político imperante. Pero preocupa que Tuesta Soldevilla, el Presidente de la comisión de Alto Nivel para la Reforma Política, diga que “la madre de todas las reformas es el retorno de la bicameral”. Justo lo que quiere la derecha derrotada en el referéndum. El retorno de la bicameral y con ello de la cámara alta es el sueño de los sectores más hostiles a toda política de cambio. Refugio de lo más conservador de la política peruana lo largo de la historia, el senado llegaría a tener un súper poder pues no solo sería el dique de contención de toda incitativa progresistas en diputados sino que tendría -según la propuesta del Ejecutivo- la responsabilidad de aprobar el presupuesto del Estado, entre otros poderes que le serían conferidos. Votar NO a la bicameral en el Referéndum, no fue -desde nuestra óptica- solo porque la quinta pregunta haya sido desnaturalizada por la mayoría congresal para bloquear la cuestión de confianza, sino también porque era darle un arma a la derecha. Además puede ser un nuevo resquicio mediante el cual los actuales congresistas podrían sacarle la vuelta al referéndum postulando al senado.

El pueblo ya se ha pronunciado contra la bicameral, no caben interpretaciones “autenticas”. También se ha manifestado contra la reelección de los congresistas y no caben resquicios que pretendan burlar la voluntad ciudadana.

Vizcarra ha planteado un diálogo con todos los partidos en el Congreso para viabilizar la reforma política. Hay que tomarle la palabra y plantearle que lo primero es emparejar la cancha, democratizar la política, empezando por remover la valla que impide que nuevas opciones partidarias puedan competir en igualdad de condiciones con los viejos partidos, todos metidos hasta el cuello en la corrupción. En Chile basta tener el 0.5 del padrón, aquí se exige el 4%, más que en ningún lado. Eso tiene que cambiar. Como tiene que cambiar el régimen de inmunidad parlamentaria que más bien se convierte en un régimen de impunidad como estamos viendo.

La reforma política y con ella, la reforma electoral, no puede partir de la falsa premisa “fortalecer los partidos” que se ha usado hasta ahora para cerrar cada vez más los espacios democráticos. El punto de partida debe ser “renovar la política”, abrir la oportunidad de que nuevas opciones, como la que representa Verónika Mendoza con el Nuevo Perú, entren al ruedo. No puede ser posible que habiendo obtenido el segundo lugar en las elecciones pasadas con más de 3 millones de votos y teniendo hoy el 20% de respaldo no puede contar con inscripción propia. La valla es tan alta que solo los que tienen plata pueden superarla, sea con fábrica de firmas, comprando funcionarios de ONPE como ha sucedido con Podemos Perú, o alquilándose una franquicia de las muchas que hay.

Un partido debería ser medido, más que por las firmas que recoge, por los comités que acredita, las acciones y campañas en las que participa, la formación política que despliega entre sus militantes y sobre todo, la democracia que rige en su interior. Un partido no puede ser como hasta ahora, propiedad de un caudillo, eso debe de terminar.

Por: Tito Prado  09/01/2019

Dirigente Nacional del Movimiento Nuevo Perú